Blogia
Las andanzas de Lu*

Héroes Mutilados

Héroes Mutilados Putas Asesinas
Roberto Bolaño
Barcelona, 2001. 225p

Considerado uno de los mejores escritores en lengua española, Roberto Bolaño nos entrega sus “Putas asesinas”, una poesía de la desesperación, el peregrinaje y la esperanza del encuentro. A lo largo de 13 cuentos cosmopolitas el autor pone de manifiesto la fragilidad de la naturaleza humana a través de personajes hartos de contenerse, creaciones ficticias producto de la necesidad e insatisfacción provocando una catarsis de las mentiras sobre las que esta constituida “su sociedad”, se auto critica, burlándose de los valores sin necesidad de la propaganda panfletaria. Este chileno de nacimiento, afincado hasta su muerte en Cataluña, no es abanderado de nada, sólo de su propia causa; su narrativa y plasticidad rompen con el “viejo” realismo mágico y no acepta las encomiendas del “post-modernismo”.

Salvaje, inquietante y reveladora resulta la prosa de Bolaño, ejercida ya en “Historia Portátil de la Literatura Nazi”, “Llamadas Telefónicas”, “Nocturno en Chile” y “Los Detectives Salvajes” (premio Herralde de novela y premio Rómulo Gallegos). Sus relatos “atacan” justo en el sitio donde la moralidad acaba, mediante frases cortas e ingeniosas toca las soledades máximas de quienes caminan sin ninguna dirección, que andan y buscan porque esa es su condena. “Putas Asesinas” se vincula a España, México o Chile, pero bien puede ser vivida en cualquier geografía; su literatura cuestiona, acompaña como un recuerdo porque “lo has vivido”, porque sus angustias son las eternas que quitan el sueño por las noches.

Con 69 pasos, Carnet de Baile explica, razona, justifica y desmitifica su firme postura de no bailar con la vanagloriada figura de Pablo Neruda; razones de todo tipo, con justicia o sin ella, mientras aparecen poetas, escritores y filósofos, una transmutación de lo que fue su vida. Ágil, veloz, intensa e irónica, sería interesante añadir a la lista los propios motivos para no querer bailar nunca con Pablo, ni con él ni con nadie.

Gómez Palacio, ciudad fronteriza del norte de México, con desiertos que no te permiten ver el fin, oprimen y exprimen. Un hombre perdido, una mujer que calla; sudoroso retrato de lo “típico” entendido profundamente por Bolaño o quien elija como protagonista; oficio de poeta guardado en las profundas soledades. El profesor escucha a la directora, la mira de reojo, ninguno de los dos tiene las verdades de nada, pero al menos uno reconoce que no las tiene.

El Acapulco de los 70’s, sin los parachute, con sus iguanas de sabor a pollo correoso y cerveza helada; la quebrada, el turismo de clase media. Últimos atardeceres en la tierra cuenta el viaje de un padre y un hijo, de esos como hay tantos pero se ven pocos. Un joven despierto pero melancólico, un padre infantil y desordenado jugando a la seducción de los mares del pacífico; y es que así fue aquella gente que vivió “esos tiempos” que marcan y trascienden.

Rescato un escrito quizá falto de maestría en la técnica, pieza humildemente fresca, “inocente” y pretenciosa, sólo por emular las noches after hour de Barcelona -“esa ciudad tan bonita, la ciudad de la sensatez, la ciudad de mi juventud...”-, una urbe singular en la que todo pasa pues el mundo entero camina por sus ramblas. Buba, un jugador de fútbol de un conocido equipo de la zona, extranjero y misterioso.

La tradición de los cuentos no acompaña frecuentemente a la prosa en España, sin embargo en Latinoamérica se ha desarrollado con gran eficacia: Rulfo, Borges, Cortázar. Para las sociedades que cambian de forma vertiginosa el cuento se convierte en un reclamo de alcanzar a los tiempos y narrarlos en el momento en que suceden; tienen prisa. Roberto Bolaño escribe también con las venas abiertas, salpicando anécdotas calificadas de autobiográficas, vinculadas con algo conocido o “familiar”. Señala a los señalados que pasan desapercibidos para esos “héroes” del vacío moral, permite quizá, la redención de la culpa con cada una de sus entrañables putas.

Earween*

0 comentarios